viernes, julio 07, 2006

¿Por qué?

Columbine. Hace algunos años esa palabra no decía nada. Pocos conocían el nombre de aquella escuela estadounidense de clase media blanca. Todo cambió una tarde de abril. Más precisamente, el 20 de abril de 1999. Ese día la calma aparente estalló en mil pedazos y la palabra cobró un siniestro significado.

Ese día, como cualquier otro, Eric Harris y Dylan Klebold -de 18 y 17 años de edad- asistieron a la escuela. Sólo que esta vez lo hicieron portando un verdadero arsenal de guerra: 2 escopetas, una Tec 9 semiautomatica, pistolas de bajo calibre, 30 granadas caseras de mano, bombas llenas de clavos y un tanque de propano equipado con explosivos. Cruzaron las puertas sin más. Esas armas -indisimulables- no provocaron sorpresa ni pánico en las inmediaciones del colegio. El terror se desató sólo una vez que comenzaron los disparos. Decenas de tiros en la cafetería y en los pasillos de la escuela. No había un motivo aparente, no había un blanco determinado, no había razones -si es que alguna vez las hay- que los justifiquen. El resultado fue la muerte de 12 estudiantes adolescentes y un profesor, y el suicidio de los autores de la matanza.

Ese día se cumplía el 110º aniversario del nacimiento de Adolf Hitler. Muchos atribuyeron el hecho a esa triste efemérides. Otros, culparon al músico Marilyn Manson de haber ejercido una influencia negativa sobre los adolescentes. Pero rápidamente cambiaron de opinión al descubrir que sus hijos veían Superman y no pretendían volar. Michael Moore fue un poco más allá y en su célebre documental ganador del Oscar -"Bowling for Columbine"- demostró que la violencia extrema y la portación de armas formaban parte del ADN de la sociedad estadounidense. ¿Sino como explicarse que los jóvenes hayan podido recabar semejante cantidad de armas sin despertar ningún tipo de sospecha?¿Cómo no fueron detenidos camino al colegio?

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Unas décadas antes, los filósofos Adorno y Horkheimer escribieron "Dialéctica del Iluminismo". Allí procuraban encontrar las razones que permitieron la gestación del holocausto provocado por Adolf Hitler y el ejército nazi. Buscaban encontrar un sentido a la aparente locura del nazismo y sus millones de asesinatos. Encontraron en las bases del Iluminismo, en su pretendida cientificidad uniformante, un caldo de cultivo que -luego de un tiempo- generaba como reflejo un violento caos.

No sé cuanto grado de verdad hay en las hipótesis de Michael Moore. Tampoco cuanta verdad puede hallarse en las de Adorno y Horkheimer. Es materia opinable. Lo cierto es que a lo largo de la historia, frente a hechos terribles y aparentemente injustificados, el impulso fue intentar encontrar los porqués que hacían falta para que la historia no vuelva a repetirse.

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En el día de ayer, a unas 30 cuadras de mi casa, un hombre de unos 35 años caminaba por la calle y -súbitamente- con un arma de guerra comenzó a disparar. Tampoco había un blanco determinado. Solo descargó su arma a cuantas personas tuvo delante. Un estudiante de kinesiología, Alfredo, que iba a tomar un café con dos amigos de su Necochea natal, encontró la muerte cuando una bala impactó en su cabeza. Muchos otros resultaron heridos. Dicen los testigos, que el hombre, luego de disparar a quemarropa sobre la gente, se subió a un colectivo y emprendió la fuga. Aún no se conoce su identidad, ni mucho menos su perfil psicológico. Por su vestimenta, aunque no se sabe a ciencia cierta, los investigadores especulan con que podría pertenecer a las fuerzas de (in)seguridad. Se sabrá con el correr de los días. Ahora bien, algunas preguntas flotan en el aire: ¿Qué hay en el ADN de la sociedad argentina?¿Será un reflejo de las dictaduras pasadas?¿Qué violencias y autoritarismos esconde nuestro sistema?¿Qué hay en nosotros -en nuestra sociedad- que se generan este y otros hechos de tamaña violencia? ¿Por qué?