Disculpe el señor

"...Primero fue como un murmullo, un sonido casi imperceptible. Y luego, el sonido creció en su intensidad hasta volverse ruido. Detrás de las paredes no se podía adivinar que era, quiénes eran. Pero sabíamos que no era nada bueno. El miedo crecía más rápido que la ansiedad. Luego se oyeron los gritos, los golpes, ¿algún tiro?, una puerta que caía, los perros ladrar, más gritos. Primero entraron al lado, dónde estan las torres del gobierno, a pesar de los intentos de cientos de vecinos intentaban frenarlos. "Somos pobres, no chorros", era la consigna de éstos últimos... Pero de nada servía. Entraban, se llevaban lo que podían y rajaban. Algunos estaban armados con cuchillos. Otros, los menos, estaban de caño. Cuando se acercaron hasta acá, yo pensé..."van a entrar". Pero no, las sirenas sonaron y se fueron por un rato. Se guardaban dentro de la villa llevándose lo que podían. Cuando volvieron, ya no se llegaban hasta acá. Se habían ido nomás, pero el miedo seguía ahí, sabio e impávido, los esperaba volver..."

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La crónica policial dice que en el día de ayer -Lunes 3 de Julio de 2006- entre 500 y 700 personas que viven en el barrio Rivadavia del Bajo Flores irrumpieron en unas viviendas construidas por el gobierno y saquearon cuanto encontraron a su paso.....

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La última vez que se produjeron saqueos en la ciudad de Buenos Aires fue en el pico máximo de la crisis que motivó la caída de Fernando De la Rúa. Hoy, en la era K, en pleno rebrote reeleccionario y con un índice de popularidad presidencial altísimo -sólo empardado en la primavera democrática alfonsinista-, las cosas debieran ser distintas... ¿O no?

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¿Algo cambia en la base, o seguimos más o menos igual? Un día en Rosinha, la villa más importante de Brasil, decidieron bajar. La sorpresa fue enorme y se creyó que era un hecho aislado. Pero algo se había roto. Desde entonces, siguen bajando...

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Esta noche, voy a volver a casa a eso de las 8 y media. Para mi, va a ser el preludio del fin de un día de trabajo intelectual y de haber pasado por el divan de mi psicoanalista, va a ser la hora de cenar con mi mujer, de jugar con mi hija. Pero a esa misma hora, una mujer y su hija -que no supera los 3 o 4 años- van a abrir las bolsas de residuos que dejamos los propietarios del edificio. Y metiendo sus manos -más que honestas- en la basura ajena, van a festejar el hallazgo de 4 o 5 cosas para vender. Un vidrio y un agente de seguridad nos separan, ¿por cuanto tiempo?¿sólo eso nos separa?¿en qué se parecen a mí?¿por que yo estoy en mi casa y no afuera? ¿cuanta basura tendrán que revolver hasta cansarse? Disculpe el señor, todavía no llegaron al recibidor.Todavía...